
Contemplo extasiado el azul del cielo
y observo, a lo lejos, blancas las montañas,
puras como un beso que te dejé en la frente
esta mañana cuando aún descansabas.
Me asombra la calma que sigue al amanecer,
me asombra porque se repite, sin cesar,
todas las mañanas.
Y mi mente, por contra, no consigue parar
de pensar en ti;para nada flema británica.
Soy latino, español, sangre mora por mí avanza
y consigue apasionarme con tu figura esmaltada.
Pido a las alturas un poco de calma,
paz, sosiego, que consiga apaciguar estas llamas
que sin cesar recorren mis venas y no,
no consigo, ni quiero en el fondo, apagarlas.
Armonía, tranquilidad, quietud en el cielo
y fuego, dulce, en mis entrañas.
¡Quien pudiera serenarse
y contemplarte con calma!