lunes, 27 de diciembre de 2010

Exploto



hoy es un fiero reflejo de esa nieve
sorbiendo el aparcamiento
hoy todo es monótono y uniforme
como un cielo sin nubes que lo escriban
hoy ando sobre cientos de esqueletos
que me hacen cosquillas con sus huesos descarnados

y de repente

estallo en una lluvia de fuego
que pugna por perpetuarse repetida
soy un abanico de color
que exorciza la noche milenaria
irradio desde el centro
tantas ideas locas que nunca mueren
renazco de tanto humo
que asoló las esferas cuadriformes


de repente…

he pensando…

que nunca me faltarías

lunes, 20 de diciembre de 2010

Llovizna al Oeste



retumban las luces contra el césped manchado
un sacerdote hace trampas al póker
siempre gana un ángel transparente con el que luego
                                                            reparte las inicuas monedas

el tren no para ya en esta estación
los mineros se han reconvertido en parteras solícitas
y un guante de seda hipa descompuesto
¿llorarás tal vez?
no escucharé música alemana
rompamos los calendarios  hagamos de ellos abanicos
o las vacas robarán la merienda a los mendigos
una pintura circular asfixia la oscuridad
las lanzas las astas los colmillos los desgarros
los volcanes los incendios los cráteres
el cuchillo roto sin filo sin mango
soledad a fin de cuentas en cada vestido de seda salvaje

solamente tus tejanos y tus botas — manchadas de barro —
consiguen hacer frente a esta levedad interminable
mañana volveré a encender el sol a pesar de todo

lunes, 13 de diciembre de 2010

Vida escombros ruinas



Áta mi sombra a mis pies
une esta diáspora de años y sentimientos
átala
con bramante
con esparto
con cáñamo
con perlas naturales
con algo que dure más que el instante
en el que me pierdo cada despertar
con algo tan eterno como la sonrisa de un niño
con algo tan fugaz como la sonrisa de un niño

Áta mi vida
difumina los iris en lagos eternos
antes que a Ulises le salgan canas
antes que el coche recogedor de locos vagabundos
atisbe mis pasos indoloros
antes que el lacero se encapriche con
                                                                       estos dedos de bailarina
y tanta sangre italiana amamantando arquitectos de la nada

Átame la desesperanza No soporto
el barro que cae sobre mis zapatos
no soporto olvidar

 que siempre
se libró una batalla
dónde ahora hay escombros
y antes hubo ruinas