
Desvaída tras la húmeda sábana
se intuye tu reconstruida presencia,
volumen milimétrico que contempla
la patriarcal a horcajadas del destino.
El inmóvil precedente vigila tus pasos
cómo si fueras a escapar tras el río,
pero la barca de tu suelo esta sujeta
y no pasan los años, pasa el río.
Trece fue tu puesto, trece tu nombre,
pues los doce completaste por ser setenta,
tu testimonio no fue admitido
pero lo más grandes nos lo cuentan.
Quien te honró, pues le honraste,
inmemorial te mira y te sujeta,
tus naves atracaron en el monte
tus sonidos atraviesan la feraz tierra.
¿O es la tierra la que atraviesa tus entrañas?
¿O es el manantial el que te presta esa esencia?
¿O es el viento quien bautiza tus tejados?
¿O es el fuego que sienten los que entran?
Babélica de humilde forma y alfabeto
al cielo pareces agarrarte con tu brazo,
señalas luminarias apagadas con tu dedo
besas, obsequiosa, y das amparo.