lunes, 14 de enero de 2013

Desasistida mansedumbre


Gorjeando 

palabra que se adentra en la carne

en el gesto en el ensordecedor pedestal

en la tendida mano en la paciencia

de las ideas Súbito resplandeciente

espiral de ecos nacidos bajo el palio

de un estar sin permanecer sin consciencia

conversación solitaria contra una multitud

Acaso nadie me escucha

Acaso hablo sola para tanta elipsis

Acaso reverberan mis ideas en el rellano

de la indiferencia sostenida

Tú carne de mi carne sed de cuervo

delirio inanimado sonrisa cautiva

tú mirada inexpresiva ademán frontera

lucha contra ti misma contra desasosiegos

arraigados contra ese aspaviento caído

Llegara el día de la abundancia Caerá sobre

tus hombros repletos de incomprensión

3 comentarios:

SIL dijo...

Eso somos, Manolo de mi corazón,
jamás mejor dicho:
conversadores solitarios contra una multitud.



Beso grande,



SIL

MiLaGroS dijo...

Somos conversadores solitarios cuando no hablamos el mismo lenguaje. Para que nos escuchen nos tienen que entender. Es hora de bajar a las masas, de ser asequible y tender los brazos.De contestar a quienes te llaman, de derrochar lo que somos. un abrazo.

Anouna dijo...

Las palabras, las ideas...unen, por sobre las multitudes. En los silencios compartidos se hace la voz y no importa si alguien más entiende su sonido, porque quienes han hablado bajito se reconocen. Ser carne de otra carne, es un misterio más de la vida.

Siempre grato leer buena poesía.

Abrazo :)

Anouna